El libro vacío, Josefina Vicens | Frases
- Admin
- 28 oct 2017
- 5 Min. de lectura

"Me parece que el hueco que cada hombre deja al morir no puede ser llenado, jamás, por nadie, por ningún otro hombre. Precisamente por eso, la muerte permanece en la vida como una aterradora oquedad".
"Nadie entendería que no puedo romperlos, que no he podido hacerlo nunca; que en las noches llego a ellos tímidamente y los tomo con un tierno, con un triste amor y acaricio sus pastas, y me alarmo ante sus hojas llenas y me extasío ante las que todavía están en blanco y pienso que alguna vez, en alguna de ellas, escribiré por fin algo, no sé qué, algo que no tenga que quedar en la sombra, como todo esto".
"Mi mano no termina en los dedos: la vida, la circulación, la sangre, se prolongan hasta el punto de mi pluma. En la frente siento un golpe caliente y acompasado. Por todo el cuerpo, desde que me preparo a escribir, se me esparce una alegría urgente. Me pertenezco todo, me uso todo; no hay un átomo de mí que no esté conmigo, sabiendo, sintiendo la inminencia de la primera palabra".
"Sólo en el cuerpo del ser profunda y largamente amado, no percibimos el paso del tiempo, y que el envejecer juntos es una forma de no envejecer. La diaria mirada tiene un ritmolento y piadoso. La persona que vive a nuestro lado siempre está situada en el tiempo más cercano: ayer, hoy, mañana, y a estas distancias mínimas no pueden verse, no se ven, los efectos de los años".
"Creo que el no percibir brutalmente la destrucción, el aniquilamiento del cuerpo que se ama, es el gran milagro de la convivencia".
"Cuando nos casamos compré una batería de cocina: vasijas, sartenes, cucharones; todo flamante, de magnífico aluminio. Estaba yo muy satisfecho y muy seguro del entusiasmo que mi adquisición iba a producir en mi mujer. Pero cuando ella vio todos los objetos, nuevos y brillantes, dijo con una especie de inquietud.
—¡Ay, quisiera que ya estuvieran viejos!
No era precisamente la frase que yo esperaba, pero era, sin duda, la frase del buen amor. Del amor que más que en disfrutar las sorpresas y goces iniciales, piensa en lo duradero, en lo permanente. Nuevas, brillantes, esas vasijas no eran nuestras aún. Viejas ya, ahumadas, deformadas, sí lo serían y su deterioro significaría nuestro fuego, nuestros alimentos, nuestro tiempo, nuestra convivencia".
"Es el escribir lo que me complica y me altera; y es natural, sólo que no puedo todavía, o no quiero, darme cuenta de que mi única expresión auténtica es la hablada de todos los días; la que no preparo, la que sale naturalmente".
"Mi impulso sería decirle: lo que tu sentimiento considera esencial, eso es lo esencial. No hagas caso de mis consejos; la experiencia está al final del camino y yo no debo quitarte ni el gusto del camino, ni la triste riqueza que vas a encontrar cuando lo hayas recorrido. Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente".
"Lánzate a tu vida desnudo, inexperto, inocente. Y sal de ella maltrecho o victorioso. Eso, al fin y al cabo, es igual. Lo importante es la pasión que hayas puesto en vivirla".
"Puede uno escuchar y soportar los reproches, lo insoportable es no escucharlos y saber que están allí, mudos, hiriendo el corazón de una mujer que nos quiere y que con su silencio trata de retenernos a su lado, porque sabe que ese es nuestro sitio".
"Hubiera dado cualquier cosa por oír un día su queja, o su llanto, o su injuria. Sentía impulsos de matarla cuando fingía creer que iba yo a cenar con el jefe de personal, y me decía:
—Ponte el traje negro, ya te lo arreglé. Debes presentarte bien".
"Yo no confesaba mi infidelidad porque tenía que suponer que ella la ignoraba; pero si la conocía ya y deliberadamente fingía ignonarla, me estaba marcando el camino y me obligaba a seguir mintiendo. Y corresponder a mi mentira con atenciones y cuidados, me parecía la más elaborada de las venganzas. En esos momentos la aborrecía con todas mis fuerzas".
"No, no volví nunca, a pesar de que lo único que deseaba era tenerla otra vez junto a mí. La dejé porque en el mundo hay varios mundos, y el suyo era tan inhabitable para mí como para ella el mío".
"No sé si al morirse, el cuerpo quede tan vacío de uno, tan ausente de todo recuerdo, que no sienta algo, aunque sea una reminiscencia vaguísima del temor, en el momento en que la tierra cae sobre él".
"Nuestra realidad no puede expresarse fácilmente: sentida, vivida, es recia y conmovedora; narrada, aun con la más legal sobriedad, se deforma extrañamente y adquiere algo de queja indigna".
"¿Cómo puedo entonces juzgarlo? Ellos pueden porque su realidad es otra y tan distinta que no hay posibilidad de que se encuentren en un caso similar".
"Esto me hace pensar que la mejor fórmula para no escribir es ligarme a los demás, interesarme en ellos, vivir intensamente sus problemas".
"A mí me agrada leer; a los que son como yo les gustará también. Pero, sinceramente, no creo que ni a mí ni a ellos nos interesara leer ese libro que yo sueño escribir para decir a los demás algo distinto y trascendente".
"El verdadero castigo es su memoria, que revivirá en cualquier momento el suceso minuciosamente, con todos sus dolorosos detalles".
"Pero igual que el castigo mayor, la memoria puede ser también el más tibio refugio y la más suntuosa riqueza del hombre".
"Sé muy bien, lo sé desde siempre, por eso me resistí tanto, que nada importante diré nunca. Sé también que a pesar de ello seguiré escribiendo. Mi esfuerzo, en lo sucesivo, debe aplicarse únicamente a vencer el anhelo de ser leído, de ver mi nombre escrito en cada página, de oír a la gente decir: «el libro de José García»".
"Verdaderamente no sé qué sería del hombre si no tuviera dentro de sí, escondidos, superpuestos, sumergidos, adyacentes, provisionales, otros muchos hombres que no sólo no destruyen su personalidad, sino que la constituyen al ampliarla, repetirla y hacerla posible de adaptación a las más variadas circunstancias de la vida".
"Yo escribo y yo me leo, únicamente yo, pero al hacerlo me siento desdoblado, acompañado".
"—Papá, inventa algo, porque le dije a los otros niños que tú eras mago".
"No puedo hacer nada para que éstas se conviertan en realidad, por eso, porque el tiempo ya pasó. Antes, cuando aún no pasaba, yo no sabía que pasa tan rápidamente que ni siquiera lo sentimos, ni que después, cuando empezamos a notar su paso, es que ha pasado ya".
"¿Cómo iba yo a saber que la acumulación de esos «mañana» que ni siquiera distinguía, y que sin notarlo ya eran «hoy» y «ayer», harían pasar no sólo el tiempo, sino mi tiempo, el único mío?"
"Y así, deseando que pase el tiempo para que pasen también los problemas diarios que nos agobian, nos encontramos un día con que ha pasado nuestro tiempo. Y que al margen han quedado, intactos, sin edad, nuestra bohardilla en París, nuestro libro famoso, nuestro barco en plena tempestad, nuestra proeza en el campode batalla…, nuestro nombre. Somos unos mediocres".
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